«EL TODO crea en su mente infinita innumerables universos, los cuales existen durante eones de tiempo, y así y todo, para ÉL, la creación, desarrollo, decadencia y muerte de un millón de universos no significa más que el tiempo que se emplea en un abrir y cerrar de ojos.»

«La mente infinita del TODO es la matriz del Cosmos.»

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Viaje Noroeste Peninsular


Fue el primer viaje de largo recorrido que hacíamos Yolanda y yo, fue en agosto de 2007 y fue viaje en el estricto sentido de la palabra, sin ningún destino, solo recorrer la costa visitando los lugares que nos íbamos encontrando por el camino, con la libertad añadida de poder dormir en cualquier parte y la incertidumbre, en ocasiones, de si encontraríamos algún lugar donde poder hacerlo pero con la magia de despertar en sitios paradisíacos para nosotros solos y de pasear por maravillosas playas por la noche antes de acostarnos. La aventura comenzó en Asturias y  despedimos la mar en Oporto, tras más de 3000 Km por la costa y 17 días de viaje.

Para mí era un viaje pendiente, siempre quise volver a Galicia y recorrerla como lo hicimos de pequeños mis tres hermanos y yo con mis padres, viajando en un Renault 6 en el que tuvimos que dormir algún que otro día que no encontrábamos fonda para pasar la noche en aquellas perdidas aldeas de la antigua y auténtica Galicia que conocí en mi infancia, me cuesta recordar este viaje que ya realizamos hace casi seis años, pero no se me olvidarán nunca aquellas imágenes de la cara de un ternero junto a la ventanilla del coche nada más despertarme, en una carretera en la que me había quedado dormido en marcha y al despertar seguíamos recorriendo, bajando con mi padre a lavarnos la cara a un arroyo del bosque, viajando y viajando sin rumbo fijo, descubriendo el mundo a través de una inolvidable aventura.

Yolanda y yo comenzamos el viaje haciendo una parada en Cantabría desde la que, tras pasar unos días con  mis padres, comenzamos el verdadero recorrido. Por supuesto ya para llegar a Cantabría aprovechamos el viaje visitando un par de lugares por el camino, el monasterio cisterciense de San Andrés de Arroyo en Santibañez de Ecla en la provincia de Palencia y ya en Cantabria, la iglesia mozárabe de Santa María de Lebeña en Cillorigo, dentro del desfiladero de la Hermida.

Supongo que saldríamos tarde ya que las primeras fotos del viaje son tras despertar el día 15 de agosto de 2007 en la Playa del Arenal de Morís, en la localidad de Prado, del concello de Caravia ya en Asturias. Es un lugar perfecto para pasar la noche y despertar ya en una estupenda playa que conocía de otras veces, el acceso es sencillo y dispone de un amplio aparcamiento en la parte alta desde el que se ve el infinito horizonte cantábrico desde la cama y en la planta de abajo la bonita playa, en cuyo restaurante desayunamos aquella primera mañana, que como se puede apreciar en las fotos no era de playa, pero las playas no son solo para tomar el sol, hay muchas formas de disfrutar de ellas.

Como digo no había destino, solo camino, por lo que desde allí comenzamos nuestro viaje por la costa noroccidental de nuestra Península Ibérica. La tónica del viaje fue parar donde y cuando nos apeteciera, visitando frugalmente tantos lugares como quisiéramos, buscando lugares hermosos donde poder volver alguna vez, como así hemos hecho de nuevo en otras ocasiones como es el caso de la Playa La Griega en Colunga, donde he vuelto con los niños a ver las huellas de dinosaurios que se encuentran fosilizadas en la playa que en otro tiempo fue orilla de un pequeño mar interior. Toda esta costa se encuentra plagada de restos de este tipo, por lo que recibe el nombre de "La Costa de los Dinosaurios".

De camino al Cabo de Peñas, acabamos entrando en un puerto muy peculiar, el Puerto de Llumeres, cuyas instalaciones abandonadas se habían utilizado para cargar barcos con mineral de hierro de unas minas cercanas que ya no son explotadas, pero cuyo fruto aún aflora al mar tiñendo de rojo sus aguas, aunque nosotros no pudimos observarlo. El puerto y una poco frecuentada playa de arena y graba oscuras se encuentra en la ensenada de Llumeres de la que toman el nombre. La ruina de sus estructuras me encantaron por sus posibilidades compositivas, por lo que aproveché para tirar unas cuantas fotos, poco a poco me iba calentando, a pesar de la nublada luz del día.

El Cabo de Peñas, uno de los más septentrionales de la península, estaba al lado y el sol comenzó a regalarme la luz que tanto deseaba permitiéndome obtener unas bonitas fotos de este inhóspito lugar cuyos vientos daban la sensación de poder salir volando y que golpeaba las olas contra los altos acantilados desde los que se puede disfrutar de unas preciosas vistas de estas abruptas costas coronadas de suaves prados.
Tras unas pocas fotos de esas impresionantes vistas, del edificio del faro y algunos retratos de nosotros mismos, proseguimos hacia el oeste pasando de largo por la industrial e industriosa Avilés.

Huyendo del mundanal ruido fuimos a parar en la pintoresca villa de Cudillero, ya estaba añocheciendo y aprovechamos para dar un paseo por sus paseos y muelles, desde donde intenté algunas fotos con la escasa luz y, ya que aún de noche no pierde su encanto, aprovechamos para cenar en una de las innumerables terrazas, que conforman la base del peculiar anfiteatro que forman sus casas, donde disfrutamos de sus exquisitos productos del mar.


Ya de noche había que encontrar algún bonito lugar donde amanecer al día siguiente. Esto en si, ya constituye toda una aventura, ya que en ocasiones como esta tienes que encontrar, de noche, un sitio con ciertas comodidades, descendiendo por pendientes oscuras como la boca del lobo por la vegetación que con la falta de orientación visual se convierten en interminables descensos que no siempre son fructuosos y hay que dar la vuelta y seguir buscando, pero al fin consigues descubrir una playa en la que dormir viendo el mar desde la cama, arruyado por el rumor de la mar y donde puedas disfrutar de lugares y momentos mágicos en la noche y alucinantes al contemplarlos por la mañana.


Así dimos, supongo, con la Playa de Cadavedo después de algo más de 20Km de Cudillero, a medio camino de Luarca. Gracias a las fotos recuerdo que aparcamos como siempre con la cabecera al norte junto a la barandilla que asoma a la playa en un amplio aparcamiento en el que nos habían reservado el mejor sitio. Tan solo quedaba darse un plácido paseo por la playa mientras se llenaba el colchón de aire antes de poder acostarnos, ya que durante el día, la facilidad de instalar la cama me permite llevar la furgoneta como un turismo. El caso es que el día 16 de agosto amanecimos en esta estupenda playa en la que disfrutar del entorno mientras desayunamos y desde la que, tras pegarnos un baño y una duchita, proseguimos camino hacia el oeste.

Cerca se hallaba Luarca, importante población asturiana que, ya al verla desde arriba, me hizo detenerme para sacar unas panorámicas de esta bonita villa marinera, "La Villa Blanca de la Costa Verde", con su colorido e histórico puerto, en la que paramos para pasear por sus muelles y calles junto al río truchero y salmonero que la recorre hacia el mar, el rio Negro, y disfrutar de alguna de sus numerosas terrazas con una cerveza fría  en una de las cuales creo que aprovechamos para comer ese soleado día.

Proseguimos viaje, siempre por la antigua nacional, atravesando pueblos con la contínua tentación de desviarte a la derecha a ver que playa esconden, no habíamos hecho demasiados kilómetros cuando nada más pasar el puente sobre el Navia, en Navia, y prosiguiendo por la N-634 al poco apareció un indicador hacia un cercano castro, el Castro de Mohías, me encantan los yacimientos arqueológicos y a lo largo de este viaje tuvimos ocasión de visitar unos pocos ejemplos de los que abundan en nuestro noroeste penínsular, en concreto éste es uno de los muchos que se concentran en esta zona, principalmente a lo largo del rio Navia, como el de Coaña, aunque en el castro de Mohías se han realizado muy pocas excavaciones, por lo que está poco maquillado, pero en el que pudimos recorrer sus increíblemente angostas y antiguas calles, imaginando ese espacio en aquel tiempo.

De nuevo el mono de playa debió ser el causante de que nos desviáramos al poco de dejar el castro, para visitar brevemente la Playa de Permenande, una playa de gran belleza; aunque pedregosa. Un pequeño tómbolo la une por su margen derecho al islote El Rego, a cuya cima se puede llegar por un sendero, dejando una pequeña calita al otro lado del istmo. Nosotros nos limitamos a tomar unas fotos y algo en el bar contemplando el paisaje.


Siempre por la N-634, a pocos kilómetros estaba Ribadeo, primera población de Galicia, esa noche dormiríamos ya en tierras gallegas, pero primero hicimos una parada en Ribadeo, para cenar y pensar donde pasaríamos la noche, cerca estaba la playa de Las Catedrales y no queríamos pasar de largo. Coincidimos con las fiestas de San Roque, co-patrono de Ribadeo, y como puede apreciarse en las fotos con las obras de desdoblamiento del antiguo puente sobre el rio Eo para incorporar la Autovía del Cantábrico y que fue inaugurado en octubre del 2008.


La verdad es que esa noche no tengo ni idea de donde dormiríamos apesar de que suelo realizar una instantánea al menos de cada sitio en el que pernoctamos, pero en este caso las primeras fotos del día siguiente, el 17 de agosto, corresponden a la Playa de Las Catedrales, por lo que deduzco que lo hicimos en unos aparcamientos cercanos que estaban al borde de los acantilados que contornean esta costa.




El caso es que tuvimos que esperar a que la marea comenzase a bajar para poder acceder a la playa que como es habitual en estos meses estaba abarrotaa, pero no de bañistas, sino de turistas admirando los farallones como si de una auténtica catedral se tratara, lo cierto es que entre el paseo, la contemplación, investigar en las capillas que forman ciertas cavidades y espacios aledaños, y sacar unas cuantas fotografías se te pasa el tiempo hasta el punto de tener que dar la vuelta antes de llegar al final del conjunto megalítico, advertidos por los responsables de nuestra seguridad, que vigilan el avance de la marea y cuidan de que nadie se quede atrás, disfrutando de ver como se iba inundando todo de nuevo y así, casi sin darnos cuenta, habíamos consumido gran parte del día entre esta maravillosa obra maestra de la naturaleza que constituye la praia de As Catedrais.

Al poco de haber pasado Foz y siguiendo siempre por la antigua carretera nacional o por las comarcales costeras, llegamos a un nuevo castro, en esta ocasión asomado al Cantábrico, pequeño pero bien cuidado descubrimos el Castro de Fazouro, se trata de un asentamiento costero que pertenece a los llamados castros marítimos del noroeste, en el que vimos atardecer y tuvimos que decidir hacia donde dirigir nuestros pasos en busca de alguna playa donde pasar la noche.

No tengo idea de como, seguramente tras intentarlo en numerosas playas oscuras con difíciles accesos y tener que desestimar pintorescos destinos, pasamos de Lugo a A Coruña, y del Cantábrico al Atlántico, ya que nada más rebasada la Punta de la Estaca de Bares, recalamos en la Praia de Fornos, en Figueiroa, cerca de Cariño, frente a las costas de Ortigueira, no sé como acabamos aquí, pero es aquí donde amanecimos la mañana del 18 de agosto, al fondo de la foto puede verse la Estaca de Bares.



Este fué un día raro, prácticamente no paramos en ningún sitio, pasamos por Pontedeume, nada más sobrepasado El Ferrol, paramos por la tarde ya en A Coruña, donde dimos un pequeño paseo, y fuimos a parar en Sardiñeiro, donde pernoctamos, tras haber pasado de largo por toda la costa más noroccidental.



En Sardiñeiro, muy cerca de Fisterra, es donde amanecimos pues el día 19 de agosto, siempre buscamos lugares tranquilos, y este es un pueblo tranquilo, estacioné el coche junto a un parque colindante a la playa, donde al despertar pudimos gozar de una playa para nosotros solos y una multitud de gaviotas que centraron la atención de mis fotos, tan solo una chica con neopreno y una sacadera se metió en la mar para salir con un par de buenos pescados. Un bonito lugar que hemos vuelto a visitar otro año.




Según nos desperezábamos, se desperezó el sol que nos acompaño durante todo el día, de aquí partimos ya dirección sur por toda la costa de las Rías Baixas, bordeando cada una de ellas, contemplando nuestro recorrido desde la margen opuesta, jugando a identificar los lugares por donde habíamos pasado e imaginar los que nos esperaban al otro lado.

Así desde la misma carretera en Gures, fotografíé el cabo de Fisterra, dejado atrás y que en otra ocasión volveríamos para dedicar una visita, paramos a comer cerca, ya que en la próxima y preciosa praia de Carnota nos detuvimos a reposar la que recuerdo copiosa comida de aquel día, a disfrutar del sol y la brisa. Bordeada por la cercana carretera, de muy fácil acceso e increibles vistas, me hizo no pensarlo dos veces, había poca gente, al fondo estaban volando cometas y entre otras fotos una última mirada a Fisterra antes de perderle de vista al adentrarnos en la ría de Muros e Noia.


Así me sorprendió la bonita imagen del Monte Louro con su laguna en primer término, paré en el arcén y pude sacarle una bonita foto, presente en casi todas las que realicé dentro de la Ría de Muros e Noia, donde encontramos numerosas y bonitas praias e rincones; así como las primeras bateas para el cultivo del mejillón, hasta detenernos al atardecer en Porto do Son donde, junto a su Iglesia de San Vicente de Noal, saqué algunos arriesgados contraluces todavía con el Monte Louro al fondo, última parada en esta ría, antes de entrar en la famosa Ría de Arousa.


Ya dentro de la Ría de Arousa, en Corrubedo, donde como casi siempre fuimos a visitar su puerto, donde tuvimos la suerte de coincidir con unas fiestas en honor a no sé quién, que nos deparó un bonito momento, ya que pudimos disfrutar de la hospitalidad de sus vecinos que nos invitaron a comer unas deliciosas sardinas asadas en el mismo puerto pesquero. Yolanda estaba encantada, tenía antojo de sardinas y había para repetir cuanto quisiéramos, ya que los propios vecinos nos invitaban a ello constantemente ante la escasa gente y la abundante sardinada, lo que aprovechó Yolanda para ponerse como el Kiko, tenía ganas de sardinas y se hartó, ya los últimos viajes daba cuenta de la suya y la mía.



Para ver todas las entradas de este viaje sigue este enlace: Viaje N.O. Península 2007

Castro de Fazouro


El castro de Fazouro se sitúa al este de la playa de Arealonga en el lugar de Punta do Castro, en la parroquia de Fazouro, Foz, provincia de Lugo.

Se trata de un asentamiento costero que pertenece a los llamados castros marítimos del noroeste. Su ocupación se estima entre los siglos  I y III d. C. y aprovecha una pequeña península que se adentra en el mar, sobre una zona acantilada.

De configuración sencilla, presenta una estructura pentagonal y una extensión aproximada de 700 m2 y posee un solo recinto, defendido por un foso excavado en el istmo que lo une a tierra, que de esta forma aísla completamente el asentamiento. Interiormente existen dos líneas de parapeto muy alteradas por labores agrícolas, y de las que solo se conserva su tramo oeste.

El área habitada en su día, ocuparía todo el recinto definido por el foso. Excepto una construcción de planta ovalada, las edificaciones son de planta cuadrada, con esquinas angulares o redondeadas. Entre ellas se sitúan patios o zonas de paso enlosadas. El yacimiento ha perdido parte de sus edificaciones debido a la acción erosiva del mar. Algunas edificaciones poseen bancos de piedra adosados interiormente a los muros, que servían como lugar de descanso, área de trabajo o repisa. En el interior de las viviendas se conservan los restos de hogares (para hacer fuego), generalmente de planta cuadrada, situados hacia el centro del espacio útil. Algunos muros presentan restos de un revoque en el paramento interior.

Se han encontrado diversos objetos en las excavaciones entre ellos en bronce una fíbula anular en omega y un alfiler de pelo, una moneda de Antoniano de mediados del siglo III y una moneda con ceca de Clunia. En cerámica fragmentos de ollas, jarras y tazas.





Tras la primera intervención en 1963, el yacimiento sufre una paulatina degradación, cubriéndose de vegetación y escombros; el paso del tiempo lo deja en el olvido hasta que la intervención de 1988 que se realiza con la intención de recuperar el yacimiento lo recupera para mantenerlo en un aceptable estado de conservación gracias a las excavaciones efectuadas recientemente como un centro de atracción social de carácter estrictamente arqueológico.

Este interés se basa en la necesidad de potenciar la proyección social de la arqueología, la presentación pública de un yacimiento como medio de aumentar el conocimiento y aprecio hacia nuestro pasado remoto.
Extraído de las web: Turismo Galicia y Rutas con Historia.




Playa de Las Catedrales


La Playa de Las Catedrales es conocida por este nombre debido a las caprichosas formas que la mar y el viento esculpieron en la piedra de sus acantilados, unos grandes arcos rocosos de más de treinta metros de altura nos recuerdan los arbotantes y contrafuertes de las maravillosas catedrales góticas. Bañada por el Mar Cantábrico, esta playa es todo un símbolo de Galicia.

Situada a unos diez kilómetros al oeste de la población de la Mariña lucense de Ribadeo, lindante con la vecina Asturias, esta playa es una de las joyas paisajísticas más hermosas de Galicia y quizás de toda España, no resultan exageradas las distinciones: “la playa más bella de España” o “verdadero prodigio de la naturaleza”.

La playa de Las Catedrales, o As Catedrais, que es como se conoce a la Praia de Augas Santas, está declarada Monumento Natural por la Consejería de Medio Ambiente de la Xunta de Galicia.

Toda esta costa está compuesta de pizarra y esquistos, la erosión conjunta del mar y el viento sobre la roca ha ido esculpiendo estas maravillosas formaciones en la piedra. La franja de finísima arena que forma la playa no es más que el posterior sedimento marino que se ha ido acumulando bajo el acantilado. Estos 1.328 metros de arena blanca y oleaje moderado conforman una de las playas más emblemáticas y visitadas de todo el litoral gallego.

Este arenal da nombre a un espacio más amplio (279 hectáreas) que se extiende desde la playa de Os Castros hasta la de San Miguel de Reinante, en el ayuntamiento vecino de Barreiros y que fue incluído, en el año 2001, en la Red Natura 2000 como Lugar de Interés Comunitario por la riqueza de sus hábitats faunísticos y vegetales.

Las grandes moles rocosas aparentan un laberinto de callejones, arcos, columnas y oquedades que recuerdan otras fastuosas construcciones proyectadas por el hombre, como son las catedrales. La bajamar deja al descubierto un último trecho en el que un impresionante arco de colosales proporciones se deja observar tras haber atravesado un paseo entre columnas naturales que se levantan en medio de la arena y se acaban apoyando en el acantilado.

Estas llamativas formas de la naturaleza sólo pueden ser contempladas desde el mar o aprovechando las horas de marea baja sobre la arena de la playa para poder apreciar la magnitud de los acantilados y la evolución de las distintas furnas o cuevas marinas en su formación desde pequeñas grietas hasta cuevas en las que acaba colapsando el techo por la acción erosiva del oleaje y el agua del mar. Es el momento en el que el mar deja al descubierto una pequeña parcela de fina arena que permite el paso a pie y su observación. Con la marea baja podemos pasear por la playa y admirar las hermosas formaciones rocosas, cuevas de varios metros, pasillos de arena blanca entre piedras negras, pozas de aguas turquesas, etc... Al final de la playa es donde encontraremos el paisaje más espectacular, la sucesión de arcos que aparentan sujetar el acantilado como los arbotantes sustentan las esbeltas catedrales góticas.

La playa en verano se llena de turistas desde las primeras horas de la mañana, aquello parecía la Gran Vía en hora punta, por lo que tengo ganas de poder visitar el lugar en otra época del año, ya que aunque la presencia humana me dio cierto juego compositivo, es uno de esos lugares a los que quieres regresar con cierta previsión y tiempo para extraer parte de la belleza natural que emana de este maravilloso monumento.

El acesso es muy fácil ya que al ser un destino turístico está todo muy bien señalizado. Tanto desde la carretera N-634 como desde la autovía del Cantábrico existe un enlace específico para la playa de As Catedrais, con abundante señalización. Allí encontramos dos amplios aparcamientos, varios locales de hostelería, áreas recrativas y todo tipo de servicios. Un mirador sobre la mar con un paseo acondicionado y unas escaleras que bajan a la playa es donde comienza el verdadero espectáculo de la Playa de Las Catedrales.
Texto y fotografías: © JMFernández 


Esta entrada forma parte del Viaje al N.O. de la Península en Agosto de 2007.

Ribadeo


Bañado por el mar Cantábrico, Ribadeo está situado en el límite Noreste de la provincia de Lugo y por tanto población costera más oriental de Galicia, en la desembocadura del rio Eo, que lo separa y une a la vez con Asturias, convertido ya en ría de Ribadeo. Esta situación tan particular es la que ha distinguido a Ribadeo con el sobrenombre de “Porta Norte” de Galicia.

Tenemos muy pocos datos sobre la prehistoria de la zona. Tan sólo algunos castros y mámoas llegan hasta la actualidad como documento de tal época. Podemos encontrar castros en Vilaselán, A Devesa, donde se encuentra la playa de los Castros por la abundancia de restos que se encontraron, Vilaosende, As Anzas y Arante. Las mámoas se encuentran en el Mondigo. Si bien los hallazgos no tenían demasiada relevancia, sí nos hablan de un poblamiento estable, al hallarse restos de cascotes que nos llevan a pensar en la existencia de casas con paredes de mampostería. Actualmente esto está cambiando con el yacimiento de Louselas, ubicado en la parroquia de Vilaselán, junto a Ribadelago, es un yacimiento de gran importancia tanto por su extensión como por la cantidad de restos encontrados hasta el momento, los arqueólogos auguran que probablemente sea el mayor y mejor yacimiento de Galicia.

Los primeros vestigios históricos son de origen fenicio, un asentamiento minero-comercial allá en los siglos XX a XVI a.c.; aunque es probable la presencia posterior de cartagineses y griegos, por la importancia de su comercio en Galicia, no se dispone de datos de su incidencia en la ría de Ribadeo.
Existen, eso sí, restos importantes de los celtas autóctonos, como la famosísima Diadema de Ribadeo con una serie de torques además de espadas y fíbulas. Tuvieron que recibir la visita de los romanos, si bien no se han hallado restos de las calzadas, fuentes, templos, etc...sino sólo pequeñas piezas de cerámica, algunas monedas, etc...
Más adelante llegarían los suevos y se habla de que Alfonso el Católico, yerno de Don Pelayo, repobló Ribadeo quizás con refugiados cristianos que huían del avance musulmán. La iglesia de Ribadeo fue catedral hasta el año 918, en el que Ordoño cambió la sede a Mondoñedo.
Pero, realmente sólo a partir del siglo XII se puede hablar de una historia de Ribadeo con fundamento. Hacia 1128, Alfonso VII llevó a cabo un reordenamiento territorial, ampliando las tierras de realengo a costa de las del obispo. A principios del siglo XII, la zona estaba densamente poblada, de ahí que Fernando II, en 1183, decidiese elevar al rango de villa a un núcleo ya existente, otorgándole una carta con varios privilegios, entre ellos el de la posibilidad de celebrar un mercado.

Históricamente favorecido como principal puerto del noroeste gallego, Porcillán centró su actividad en las exportaciones de madera en dirección a Sevilla y Lisboa, a la construcción de naves y a la emigración hacia Sevilla y las Indias. A mediados del siglo XVIII, la autorización de importaciones sin gravamen de lino procedente del norte de Europa hizo que el comercio de la madera perdiese relevancia en favor del textil, y, en menor medida, también del de sal y hierro. Cuando, a partir de 1820, se gravaron las importaciones de lino y comenzaron a invadir Galicia los tejidos catalanes, el tráfico comercial y la vida económica del puerto se vio seriamente afectada, aunque pudo sostenerse durante el siglo XIX, al permitírsele comerciar con América.

El siglo XIX marca un punto de inflexión decisivo entre el Ribadeo antiguo y el moderno con la desaparición de la muralla, además de otras construcciones que marcaban la vida de la villa durante los siglos anteriores.
A principios del siglo XX fue clave para toda la Mariña Oriental la explotación de las minas de limonita de Vilaodriz, en A Pontenova, que se mantuvieron activas hasta 1965. Para transportar el mineral extraído desde el yacimiento hasta el puerto de Ribadeo se instaló una línea de tren que fue empleada al mismo tiempo para el transporte de pasajeros. El auge económico ribadense se reflejó en la arquitectura, en la apertura de jóvenes calles y en la creación de numerosas sociedades culturales.
Hacia 1915 se construye la Torre de los Moreno, una de las obras arquitectónicas más características de Ribadeo, edificio modernista que contaba ya con ascensor y sistemas de recogida de basura por medio de tuberías internas.


En los últimos años, uno de los acontecimientos más importantes para Ribadeo ha sido la construcción del Puente de los Santos, obra soñada desde principios de siglo y realizada entre 1983 y 1987, factor que provocó en esta villa una concentración y auge de comercio y servicios, en tanto que sirvió como elemento dinamizador del sector terciario de Ribadeo, y de toda la comarca, al facilitar el acceso rápido a los ayuntamientos de la orilla asturiana del Eo. En 2008, un año después de nuestra primera visita, se inauguró el desdoblamiento de este puente para incorporar la Autovía del Cantábrico, por lo que pueden apreciarse indicios de las obras en alguna de mis fotografías.
Aquel hito de hace un cuarto de siglo supuso un paso de gigante en las comunicaciones entre Asturias y Galicia, hasta entonces limitadas a las lanchas del Eo o al sinuoso trazado de la carretera N-642, que  obligaba a dar un rodeo de 25 minutos de duración por Vegadeo.

La oferta artístico-cultural de Ribadeo es amplia y variada. El patrimonio religioso lo componen las iglesias, ermitas y capillas diseminadas por todo el territorio y algún convento como el de Santa Clara. La arquitectura civil la forman numerosos edificios representativos como la citada Torre de los Moreno y hermosas residencias burguesas de influencia indiana. Finalmente, como ejemplo de arquitectura militar, hay que destacar el castillo de San Damián, construido a principios del siglo XVII.
Ribadeo cuenta además con múltiples atractivos turísticos, comerciales y deportivos como el puerto deportivo de Porcillán (único con Bandera Azul de la provincia de Lugo).
Que decir tiene que como colofón dentro de su territorio se encuentra una de las joyas paisajísticas más hermosas de Galicia y quizás de toda España, La Playa de Las Catedrales.

La economía se sustenta en el sector servicios, en la villa y la producción agrícola en las parroquias rurales. La villa es un polo de atracción importante de la comarca por ser la mejor equipada y ejerce una importante función comercial, portuaria y de servicios. El puerto comercial mueve cerca de 300.000 Tm en celulosa, arena de mina, magnesita, tablero de aglomerado en cuanto a cargas; maíz, pulpa de remolacha y sal entre las descargas.

Extraido de la web del Concello de Ribadeo y Ribadeo On Line 2.0




Esta entrada forma parte del Viaje al N.O. de la Península en Agosto de 2007.