Fue el primer viaje de largo recorrido que hacíamos Yolanda y yo, fue en agosto de 2007 y fue viaje en el estricto sentido de la palabra, sin ningún destino, solo recorrer la costa visitando los lugares que nos íbamos encontrando por el camino, con la libertad añadida de poder dormir en cualquier parte y la incertidumbre, en ocasiones, de si encontraríamos algún lugar donde poder hacerlo pero con la magia de despertar en sitios paradisíacos para nosotros solos y de pasear por maravillosas playas por la noche antes de acostarnos. La aventura comenzó en Asturias y despedimos la mar en Oporto, tras más de 3000 Km por la costa y 17 días de viaje.
Tras unas pocas fotos de esas impresionantes vistas, del edificio del faro y algunos retratos de nosotros mismos, proseguimos hacia el oeste pasando de largo por la industrial e industriosa Avilés.
Huyendo del mundanal ruido fuimos a parar en la pintoresca villa de Cudillero, ya estaba añocheciendo y aprovechamos para dar un paseo por sus paseos y muelles, desde donde intenté algunas fotos con la escasa luz y, ya que aún de noche no pierde su encanto, aprovechamos para cenar en una de las innumerables terrazas, que conforman la base del peculiar anfiteatro que forman sus casas, donde disfrutamos de sus exquisitos productos del mar.
Así dimos, supongo, con la Playa de Cadavedo después de algo más de 20Km de Cudillero, a medio camino de Luarca. Gracias a las fotos recuerdo que aparcamos como siempre con la cabecera al norte junto a la barandilla que asoma a la playa en un amplio aparcamiento en el que nos habían reservado el mejor sitio. Tan solo quedaba darse un plácido paseo por la playa mientras se llenaba el colchón de aire antes de poder acostarnos, ya que durante el día, la facilidad de instalar la cama me permite llevar la furgoneta como un turismo. El caso es que el día 16 de agosto amanecimos en esta estupenda playa en la que disfrutar del entorno mientras desayunamos y desde la que, tras pegarnos un baño y una duchita, proseguimos camino hacia el oeste.
Cerca se hallaba Luarca, importante población asturiana que, ya al verla desde arriba, me hizo detenerme para sacar unas panorámicas de esta bonita villa marinera, "La Villa Blanca de la Costa Verde", con su colorido e histórico puerto, en la que paramos para pasear por sus muelles y calles junto al río truchero y salmonero que la recorre hacia el mar, el rio Negro, y disfrutar de alguna de sus numerosas terrazas con una cerveza fría en una de las cuales creo que aprovechamos para comer ese soleado día.
De nuevo el mono de playa debió ser el causante de que nos desviáramos al poco de dejar el castro, para visitar brevemente la Playa de Permenande, una playa de gran belleza; aunque pedregosa. Un pequeño tómbolo la une por su margen derecho al islote El Rego, a cuya cima se puede llegar por un sendero, dejando una pequeña calita al otro lado del istmo. Nosotros nos limitamos a tomar unas fotos y algo en el bar contemplando el paisaje.
Siempre por la N-634, a pocos kilómetros estaba Ribadeo, primera población de Galicia, esa noche dormiríamos ya en tierras gallegas, pero primero hicimos una parada en Ribadeo, para cenar y pensar donde pasaríamos la noche, cerca estaba la playa de Las Catedrales y no queríamos pasar de largo. Coincidimos con las fiestas de San Roque, co-patrono de Ribadeo, y como puede apreciarse en las fotos con las obras de desdoblamiento del antiguo puente sobre el rio Eo para incorporar la Autovía del Cantábrico y que fue inaugurado en octubre del 2008.
La verdad es que esa noche no tengo ni idea de donde dormiríamos apesar de que suelo realizar una instantánea al menos de cada sitio en el que pernoctamos, pero en este caso las primeras fotos del día siguiente, el 17 de agosto, corresponden a la Playa de Las Catedrales, por lo que deduzco que lo hicimos en unos aparcamientos cercanos que estaban al borde de los acantilados que contornean esta costa.
El caso es que tuvimos que esperar a que la marea comenzase a bajar para poder acceder a la playa que como es habitual en estos meses estaba abarrotaa, pero no de bañistas, sino de turistas admirando los farallones como si de una auténtica catedral se tratara, lo cierto es que entre el paseo, la contemplación, investigar en las capillas que forman ciertas cavidades y espacios aledaños, y sacar unas cuantas fotografías se te pasa el tiempo hasta el punto de tener que dar la vuelta antes de llegar al final del conjunto megalítico, advertidos por los responsables de nuestra seguridad, que vigilan el avance de la marea y cuidan de que nadie se quede atrás, disfrutando de ver como se iba inundando todo de nuevo y así, casi sin darnos cuenta, habíamos consumido gran parte del día entre esta maravillosa obra maestra de la naturaleza que constituye la praia de As Catedrais.
Al poco de haber pasado Foz y siguiendo siempre por la antigua carretera nacional o por las comarcales costeras, llegamos a un nuevo castro, en esta ocasión asomado al Cantábrico, pequeño pero bien cuidado descubrimos el Castro de Fazouro, se trata de un asentamiento costero que pertenece a los llamados castros marítimos del noroeste, en el que vimos atardecer y tuvimos que decidir hacia donde dirigir nuestros pasos en busca de alguna playa donde pasar la noche.
No tengo idea de como, seguramente tras intentarlo en numerosas playas oscuras con difíciles accesos y tener que desestimar pintorescos destinos, pasamos de Lugo a A Coruña, y del Cantábrico al Atlántico, ya que nada más rebasada la Punta de la Estaca de Bares, recalamos en la Praia de Fornos, en Figueiroa, cerca de Cariño, frente a las costas de Ortigueira, no sé como acabamos aquí, pero es aquí donde amanecimos la mañana del 18 de agosto, al fondo de la foto puede verse la Estaca de Bares.
Este fué un día raro, prácticamente no paramos en ningún sitio, pasamos por Pontedeume, nada más sobrepasado El Ferrol, paramos por la tarde ya en A Coruña, donde dimos un pequeño paseo, y fuimos a parar en Sardiñeiro, donde pernoctamos, tras haber pasado de largo por toda la costa más noroccidental.
En Sardiñeiro, muy cerca de Fisterra, es donde amanecimos pues el día 19 de agosto, siempre buscamos lugares tranquilos, y este es un pueblo tranquilo, estacioné el coche junto a un parque colindante a la playa, donde al despertar pudimos gozar de una playa para nosotros solos y una multitud de gaviotas que centraron la atención de mis fotos, tan solo una chica con neopreno y una sacadera se metió en la mar para salir con un par de buenos pescados. Un bonito lugar que hemos vuelto a visitar otro año.
Según nos desperezábamos, se desperezó el sol que nos acompaño durante todo el día, de aquí partimos ya dirección sur por toda la costa de las Rías Baixas, bordeando cada una de ellas, contemplando nuestro recorrido desde la margen opuesta, jugando a identificar los lugares por donde habíamos pasado e imaginar los que nos esperaban al otro lado.
Así desde la misma carretera en Gures, fotografíé el cabo de Fisterra, dejado atrás y que en otra ocasión volveríamos para dedicar una visita, paramos a comer cerca, ya que en la próxima y preciosa praia de Carnota nos detuvimos a reposar la que recuerdo copiosa comida de aquel día, a disfrutar del sol y la brisa. Bordeada por la cercana carretera, de muy fácil acceso e increibles vistas, me hizo no pensarlo dos veces, había poca gente, al fondo estaban volando cometas y entre otras fotos una última mirada a Fisterra antes de perderle de vista al adentrarnos en la ría de Muros e Noia.
Así me sorprendió la bonita imagen del Monte Louro con su laguna en primer término, paré en el arcén y pude sacarle una bonita foto, presente en casi todas las que realicé dentro de la Ría de Muros e Noia, donde encontramos numerosas y bonitas praias e rincones; así como las primeras bateas para el cultivo del mejillón, hasta detenernos al atardecer en Porto do Son donde, junto a su Iglesia de San Vicente de Noal, saqué algunos arriesgados contraluces todavía con el Monte Louro al fondo, última parada en esta ría, antes de entrar en la famosa Ría de Arousa.
Ya dentro de la Ría de Arousa, en Corrubedo, donde como casi siempre fuimos a visitar su puerto, donde tuvimos la suerte de coincidir con unas fiestas en honor a no sé quién, que nos deparó un bonito momento, ya que pudimos disfrutar de la hospitalidad de sus vecinos que nos invitaron a comer unas deliciosas sardinas asadas en el mismo puerto pesquero. Yolanda estaba encantada, tenía antojo de sardinas y había para repetir cuanto quisiéramos, ya que los propios vecinos nos invitaban a ello constantemente ante la escasa gente y la abundante sardinada, lo que aprovechó Yolanda para ponerse como el Kiko, tenía ganas de sardinas y se hartó, ya los últimos viajes daba cuenta de la suya y la mía.
Para ver todas las entradas de este viaje sigue este enlace: Viaje N.O. Península 2007
0 comentarios :