«EL TODO crea en su mente infinita innumerables universos, los cuales existen durante eones de tiempo, y así y todo, para ÉL, la creación, desarrollo, decadencia y muerte de un millón de universos no significa más que el tiempo que se emplea en un abrir y cerrar de ojos.»

«La mente infinita del TODO es la matriz del Cosmos.»

Hoces del Alto Ebro y Rudrón


CAMINO NATURAL DEL EBRO GR 99 (Etapa 5)


El Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino y la Confederación Hidrográfica del Ebro auspician, a propuesta de la Federación Española de Montaña y Escalada (FEDME), la elaboración de un proyecto senderístico, coordinado y redactado entre todas las Federaciones Autonómicas de Montaña que tienen al Ebro como referente geográfico: Cantabria, Castilla-León, País Vasco, La Rioja, Navarra, Aragón y Cataluña.

Este largo sendero balizado consta de 42 etapas, recorre más de 1.200 km y se ha convenido en llamar: CAMINO NATURAL DEL EBRO GR 99.

Desde su nacimiento hasta su desembocadura, el río Ebro atraviesa varios tipos de paisajes, pudiendo diferenciar tres tramos principales, el Ebro Alto, el Medio y el Bajo. En todos estos tramos, el hombre se ha ido asentando durante siglos, dejando un impresionante legado artístico que hoy se puede admirar en las localidades ribereñas, localidades que han aprovechado al máximo la ventaja de estar junto a un gran río. De esta forma, se han creado importantes zonas de cultivo, embalses, molinos etc….

Con este apartado, comprenderemos mejor la influencia que ejerce un río como el Ebro en las tierras que lo rodean.

La cuenca del Ebro abarca una superficie de más de 85.000 km2. Los límites están marcados por los Pirineos y la Cordillera Cantábrica al norte, el Sistema Ibérico al sur y la Cordillera Costero-Catalana al este. A lo largo de sus 930 km de recorrido, el Ebro y su medio natural presentan notables diferencias entre el curso alto, el medio y el bajo.

Por otra parte, debido a la gran extensión de la cuenca, el Ebro recibe el agua de ríos que nacen en zonas tan lejanas entre sí, como Cantabria, Teruel o Andorra; y en él desembocan directamente ríos tan importantes como, entre otros, el Arga, Gállego y Segre en su margen izquierda y el Jalón en su margen derecha.

En torno al Ebro conviven multitud de ambientes y diferentes paisajes gracias a la presencia de desfiladeros, montañas, sotos, meandros, islas y galachos. Debido a su valor ecológico se han declarado una buena nómina de espacios naturales protegidos, con lo que su cuidado y conservación están asegurados.

Los espacios naturales protegidos son demarcaciones administrativas establecidas con la finalidad de favorecer la conservación de la naturaleza. A lo largo del curso del río Ebro, nos encontramos con una gran cantidad de enclaves singulares de gran valor que merecen esta protección para preservar sus características.

Desde Fontibre hasta su desembocadura, el Ebro excava profundos desfiladeros, bordea abruptas montañas, se rodea de magníficos sotos en las riberas, moldea islas y meandros y en su desembocadura, forma el sorprendente delta.

Muchos de estos paisajes de excepcional belleza e interés medioambiental poseen una figura de protección que asegura su conservación y mantenimiento.


ALTO EBRO (Nacimiento, montañas, desfiladeros)
Antes de formar el gran valle de su tramo medio, el Ebro nace como un río de montaña. Al principio, en Cantabria, recorre valles de cierta amplitud como el de Reinosa y Valderredible, a los pies del páramo de La Lora.


Una vez el Ebro abandona Cantabria, comienza su andadura en la provincia de Burgos y discurre, a menudo, por vertiginosas y espectaculares gargantas, excavando cañones que alcanzan los 200 metros de profundidad.
Así sucede en el Espacio Natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón, donde el río ha empleado miles de años para erosionar la roca caliza.
El Ebro también demuestra su fuerza en Las Merindades, entre los valles de Manzanedo y Valdivielso, donde la sierra de la Tesla es atravesada en dos ocasiones. También en Sobrón y en el Parque Natural Montes Obarenes-San Zadornil nos encontramos con profundos desfiladeros.
Una vez el río atraviesa las Conchas de Haro y se adentra en La Rioja, se tranquiliza y abandona la montaña, entrando en la llanura del tramo medio.


ETAPA 5  Orbaneja del Castillo - Valdelateja - Pesquera de Ebro
- Provincia: Burgos, Cantabria.
- Itinerario: Orbaneja del Castillo - Quintanilla/Escalada - Valdelateja - Río Rudrón - Cortiguera - Pesquera de Ebro.
- Descripción: El camino se inicia junto a los farallones del cañón del Ebro y los fuertes rocosos de El Castillo y el Arroyón, para entrar en un área de reproducción de aves protegidas, como el águila real. Se pasa luego por Escalada, donde los farallones de Aidal y Espeluca protegen un notable patrimonio artístico.
Tras cruzar de orilla en la central hidroeléctrica de El Porvenir, la senda sortea cascadas y roquedos hasta la desembocadura del río Rudrón.
El Ebro sigue discurriendo encañonado mientras el GR 99 culmina esta etapa en Pesquera de Ebro, donde las numerosas casas palaciegas y monumentos dan testimonio del esplendor histórico de la población durante las edades Media y Moderna.

Esta es la parte del Camino Natural que realicé durante los dos días que duró mi escapada, me llevé la bicicleta de montaña, dado que el sendero en su mayor parte discurre a la vera del río Ebro, por lo que los desniveles son mínimos, exigiendo poco esfuerzo para su recorrido, eso si, no exento de zonas por las que por lo angosto del sendero, o por su proximidad al río con considerables escalones laterales, entrañaban cierto riesgo más en personas poco entrenadas como yo en este caso, pero en dos días, no veas lo atrevido e incluso temerario en que me convertí, disfrutando en tramos de realizarlos a cierta velocidad con el cuidado, la atención y el control que requiere, para no tener un accidente y más aún, cuando como yo, iba completamente solo, aunque hay que decir que me llevé algún que otro susto por los escalones laterales en zonas estrechas. Además, la única parte del recorrido con cierto desnivel, la subida a Cortiguera, no pude realizarla por falta de tiempo, aunque me sirve de acicate para volver, ya conociendo sus recursos, a tan impresionante lugar y así completar la etapa 5 e incluso probar parte de alguna otra.

Como podéis apreciar en alguna fotografía, el lugar tiene muy bien acondicionadas las zonas de aparcamiento, en algunos casos como en el de Quintanilla/Escalada en el que pase mi segunda noche, con lugares de esparcimiento, merenderos, columpios para los niños y bastante limpieza, fácil de mantener si las personas que lo usamos nos molestamos en conservarlo en ese estado, ya que con solo cruzar la pasarela peatonal, tienes a tu disposición todo tipo de contenedores de desperdicios, encerrados en estructuras de madera.
Aunque hay numerosos alojamientos en toda la zona, y buenos restaurantes de los que si tuve el gusto de disfrutar, yo iba preparado para dormir ambas noches a pie de recorrido dentro del pequeño apartamento en que he convertido mi pequeña Kangoo, con la bicicleta candada al coche durante la noche. El clima que me acompañó, y el idílico lugar eran un verdadero lujo, aunque la primera noche tuve que pasarla en el aparcamiento de Orbaneja del Castillo, por cierto el peor acondicionado de la zona, situado en la misma carretera, sin ningún tipo de acondicionamiento y cierto olor a orines, aunque de nuevo, eso si, unas impresionantes vistas de los farallones que forman el llamado Castillo, y de la cascada y pequeños embalses que, escalonados, caen directamente desde el pintoresco pueblo por el que pude disfrutar de un maravilloso paseo nocturno entre sus calles, puentes, iglesia y demás edificios que se integran de admirable manera en las laderas de la peña de la que acaban formando parte.

ORBANEJA DEL CASTILLO:
La combinación de sus espectaculares parajes naturales y una localidad que ha conservado su sabor popular configura uno de los enclaves más bellos del norte de España.
Entre sus calles de piedra toba convivieron cristianos, musulmanes y judíos, de cuya aljama queda el nombre de alguna calle. Por aquí pasó un ramal del más antiguo Camino de Santiago y, según la tradición, los caballeros templarios levantaron el hospital y convento de San Albín para dar albergue y protección a los peregrinos.
Sus casas de influencia montañesa, en las que destacan solanas de madera bien cuidada, se abren a las calles escalonadas. En la localidad destaca la casa de los Canes, del XIV, que recibe su nombre por los siete canecillos románicos reutilizados en su alero; la casa fuerte que se yergue sobre un espigón rocoso en la plaza Mayor, que pudo pertenecer al marqués de Aguilar; su iglesia parroquial, en origen románica; y el antiguo hospital o casa de los pobres (del siglo XVI al XIX), que estaba administrado por una familia “guardera” que daba posada y comida a los caminantes.

La zona en la que nos encontramos, en el entorno de Orbaneja del Castillo, resulta un lugar especialmente apropiado para observar los procesos kársticos que conforman los cañones del Ebro.
Por introducir ciertos criterios generales, puede señalarse que con el nombre de karst se conoce a una forma de relieve originado por meteorización química de las rocas calizas.
Su nombre tiene su origen en la región del Karst o Carso, en el noreste de Italia y el oeste de Eslovenia y Croacia. En rocas calizas, un karst se produce por disolución del carbonato cálcico debido a la acción de aguas ácidas. El agua se acidifica cuando se enriquece en dióxido de carbono, algo que sucede, por ejemplo, cuando atraviesa un suelo. Las aguas superficiales y subterráneas van disolviendo la roca y creando una buena y potente red de cuevas, galerías y surgencias (endokarst o karst interno) o de dolinas, poljés, simas, lapiaces y cañones (exokarst o karst externo), por citar las formaciones más conocidas. Las sales minerales disueltas en el agua pueden volver a cristalizar y, en el caso del carbonato cálcico, se forma la piedra toba. El goteo de dicha agua desde el techo de una cueva o gruta hasta el suelo lleva a cabo la formación de espeleotemas, como por ejemplo las estalactitas (formaciones que cuelgan del techo), estalagmitas (formadas por los residuos que caen al suelo y que se elevan por acumulación), columnas (cuando estas formaciones siguen creciendo y terminan por unirse) o las geodas (cuando se estancan en una cavidad).

VALDELATEJA:
Su caserío es modelo de conservación, preñado de estrechas callejuelas y construcciones de piedra. Los amantes de la piedra y la madera pueden encontrar de interés algunos trabajos que sobre estos materiales allí se aprecian. También destaca la presencia de su iglesia parroquial (probablemente de origen románico) y el puente sobre el Rudrón, que ofrece una pintoresca vista de la localidad. En las cercanías se encuentra el balneario de Valdelateja, casa de baños del XIX de aguas curativas, en la actualidad posada de Turismo Rural.

Desde aquí, realicé la subida al pueblo abandonado de Siero de Valdelateja y la Ermita de Santa Centola y Elena.
En la zona de Valdelateja, se encuentra un cerro conocido como El Castillo en el cual se han encontrado restos romanos.
Según la tradición, en la época del emperador Diocleciano fueron martirizadas allí las santas Elena y Centola.
La ermita actual, bajo la advocación de las santas, es un pequeño templo de una sola nave, muros de mampostería y sillarejo y cubierta de madera, al que se puede acceder por una escarpada senda desde el pueblo de Valdelateja.
Su estructura, formada de una única nave rectangular, con bancos de piedra continuos en los muros laterales y separado por un arco de herradura de tipo visigodo de un ábside cuadrado que presenta una ventana de tipo aspillera con una interesante inscripción y decoración vegetal. Según la inscripción que aparece en la ventana de la cabecera, este edificio debió levantarse a finales del s.VIII (año 782), siguiendo la tradición hispanovisigoda. Este primitivo asentamiento fue abandonado, surgió uno nuevo conocido como Siero, algo más abajo del cerro.

Estamos más bien ante un breve paseo sin ninguna dificultad y muy corto.
El interés radica por la espectacularidad del mirador del que vamos a disfrutar, desde el que se puede observar la parte final del cañón del Rudrón y su conexión con el cañón del Ebro, con el ingrediente adicional de la peña de Siero, con su ermita Tardo-Visigoda. Cierra el paisaje por el noreste el monte más alto de toda la zona, la Peña Otero, con sus más de 1200 metros. Enfrente ya vemos los perfiles del cañón del Ebro.
En este punto podremos ver Valdelateja, la peña de Siero con su ermita y los restos del pueblo de Siero, en los que sobresale lo que queda de su monumental iglesia.

RIO RUDRÓN:
Tras su nacimiento en Basconcillos del Tozo, el Rudrón transcurre por estrechos y sinuosos valles encajados en un bello paisaje hasta encontrarse con el Ebro en la población de Valdelateja, una vez recorridos 42 km.
Destaca el sumidero de Basconcillos, donde desaparece el río Hurón en un impresionante anfiteatro rocoso antes de adentrarse en la cueva del Agua. La corriente se desliza bajo la tierra formando un conjunto de cuevas y galerías de 54 km2, y emerge aguas abajo, en Hoya de los Caracoles o puente del Hoyo (nacimiento del Rudrón), cerca de Barrio-Panizares. Aquí el cauce cambia de paisaje y sigue hacia Hoyos del Tozo, protegido por espectaculares cantiles calizos que anuncian el cañón del Rudrón. El río continúa por la larga y serpenteante cicatriz que atraviesa amplios sinclinales cretácicos, con gran tradición pesquera desde antiguo. Trabajosamente se abre paso por Moradillo del Castillo, Santa Coloma de Rudrón, Bañuelos y Tablada del Rudrón y, aguas abajo de Tubilla del Agua, en Covanera, se encuentra una espectacular surgencia kárstica denominada el Pozo Azul y considerada el mayor sifón de España, con más de 2.000 m de galerías sumergidas. El Rudrón ve aumentado su caudal gracias al río Sedanillo y avanza a San Felices del Rudrón, conocido por su coto de pesca, y Valdelateja, donde se une al Ebro poco después de superar su caserío.

DESVÍO A ESCALADA:
El lugar está protegido por los imponentes farallones rocosos de Aidal y Espeluca. Destaca su iglesia románica de Santa María la Mayor, obra del siglo XII que presenta una bella portada de doce jambas y arquivoltas labradas, el palacio fortificado de los Gallo del XVII y su entramado urbano montañés.
En mi desvio y fugaz pasada por este pueblo, tan solo saqué algunas fotos de sus pintorescas calles y fachadas, del que espero completar mi reportaje en una futura visita.

QUINTANILLA- ESCALADA:
Localidad que cuenta con la ermita de Nuestra Señora del Ebro, donde el primer sábado de junio se celebra una popular romería.
Se celebra en Honor de Nuestra Señora de Ebro, llamada así pro el río del mismo nombre a cuya orilla se halla la Ermita de la Virgen de Ebro.
El día de la Virgen es el 2 de Junio aunque se celebra el Misa con una Romería y una comida popular el primer sábado de Junio, como caiga, y el último fin de semana de Agosto se vuelve a celebrar para los veraneantes que no pueden estar en Junio.
Primero se celebra una subasta en la que se puja por llevar a la Virgen, se la saca alrededor de la Ermita y a continuación se celebra una misa, después, la gente lleva cualquier objeto, comida, bebida, regalos y se hace una subasta para recaudar fondos. Después de la subasta se hace una comida con todo el pueblo.

Este bellísimo paraje, lo encontré en mi ruta del primer día, el de Valdelateja a Quintanilla, donde me encontré con una amigable pareja con su hijo, con los que tuve la ocasión de charlar y compartir el lugar un buen rato, sorprendiendonos mutuamente del ingenioso escusado que habían habilitado con una estructura ligera sobre el afluente que generaba el agua del manantial que servia de fuente, hacia el rio. Más tarde tras marcharse aproveché la ocasión para comer un poco y proseguir camino.
Tengo que decir que las fotografías del interior de la iglesia las conseguí con una larga exposición y paciencia, pegando el objetivo sobre el cuadrado abierto en el centro de la puerta.

PESQUERA DE EBRO:
El primer documento donde aparece Pesquera data de 941, aunque ya estaba habitado en el siglo IX. Según indica su nombre, surgió como lugar de pesca y su estructura responde a un caserío semidisperso, vertebrado por un camino principal. En los siglos XVII y XVIII sus habitantes eran en su mayoría hidalgos, lo que explica su buen conjunto de palacios y casonas blasonadas de los siglos XVI y XVII, que lo convierten en uno de los lugares con mayor densidad de escudos de Burgos. En uno de ellos reza una inscripción: “JESÚS. MARÍA. ESTA ES CASA DE PLACER I LA GENTE DE ALEGRÍA. AVE MARÍA AÑO 1712”. Fueron residencias temporales o permanentes de linajes locales o de campesinos y ganaderos acomodados, pertenecientes a las familias de los Escalada, Gil, Mazuelo o Gallo. La localidad también cuenta con una bella arquitectura popular montañesa, el puente de San Antonio y la ermita barroca del mismo nombre y la iglesia de San Sebastián, precedida por un crucero medieval ante su portada.
Este pueblo lo visité en coche y llegando casi de noche, ya que no me daría tiempo a realizar la ruta oficial y tenía ganas de conocer dicho lugar, reservándolo para esa futura vuelta. Por lo que ni siquiera realicé fotografía alguna.


Viaje Noroeste Peninsular


Fue el primer viaje de largo recorrido que hacíamos Yolanda y yo, fue en agosto de 2007 y fue viaje en el estricto sentido de la palabra, sin ningún destino, solo recorrer la costa visitando los lugares que nos íbamos encontrando por el camino, con la libertad añadida de poder dormir en cualquier parte y la incertidumbre, en ocasiones, de si encontraríamos algún lugar donde poder hacerlo pero con la magia de despertar en sitios paradisíacos para nosotros solos y de pasear por maravillosas playas por la noche antes de acostarnos. La aventura comenzó en Asturias y  despedimos la mar en Oporto, tras más de 3000 Km por la costa y 17 días de viaje.

Para mí era un viaje pendiente, siempre quise volver a Galicia y recorrerla como lo hicimos de pequeños mis tres hermanos y yo con mis padres, viajando en un Renault 6 en el que tuvimos que dormir algún que otro día que no encontrábamos fonda para pasar la noche en aquellas perdidas aldeas de la antigua y auténtica Galicia que conocí en mi infancia, me cuesta recordar este viaje que ya realizamos hace casi seis años, pero no se me olvidarán nunca aquellas imágenes de la cara de un ternero junto a la ventanilla del coche nada más despertarme, en una carretera en la que me había quedado dormido en marcha y al despertar seguíamos recorriendo, bajando con mi padre a lavarnos la cara a un arroyo del bosque, viajando y viajando sin rumbo fijo, descubriendo el mundo a través de una inolvidable aventura.

Yolanda y yo comenzamos el viaje haciendo una parada en Cantabría desde la que, tras pasar unos días con  mis padres, comenzamos el verdadero recorrido. Por supuesto ya para llegar a Cantabría aprovechamos el viaje visitando un par de lugares por el camino, el monasterio cisterciense de San Andrés de Arroyo en Santibañez de Ecla en la provincia de Palencia y ya en Cantabria, la iglesia mozárabe de Santa María de Lebeña en Cillorigo, dentro del desfiladero de la Hermida.

Supongo que saldríamos tarde ya que las primeras fotos del viaje son tras despertar el día 15 de agosto de 2007 en la Playa del Arenal de Morís, en la localidad de Prado, del concello de Caravia ya en Asturias. Es un lugar perfecto para pasar la noche y despertar ya en una estupenda playa que conocía de otras veces, el acceso es sencillo y dispone de un amplio aparcamiento en la parte alta desde el que se ve el infinito horizonte cantábrico desde la cama y en la planta de abajo la bonita playa, en cuyo restaurante desayunamos aquella primera mañana, que como se puede apreciar en las fotos no era de playa, pero las playas no son solo para tomar el sol, hay muchas formas de disfrutar de ellas.

Como digo no había destino, solo camino, por lo que desde allí comenzamos nuestro viaje por la costa noroccidental de nuestra Península Ibérica. La tónica del viaje fue parar donde y cuando nos apeteciera, visitando frugalmente tantos lugares como quisiéramos, buscando lugares hermosos donde poder volver alguna vez, como así hemos hecho de nuevo en otras ocasiones como es el caso de la Playa La Griega en Colunga, donde he vuelto con los niños a ver las huellas de dinosaurios que se encuentran fosilizadas en la playa que en otro tiempo fue orilla de un pequeño mar interior. Toda esta costa se encuentra plagada de restos de este tipo, por lo que recibe el nombre de "La Costa de los Dinosaurios".

De camino al Cabo de Peñas, acabamos entrando en un puerto muy peculiar, el Puerto de Llumeres, cuyas instalaciones abandonadas se habían utilizado para cargar barcos con mineral de hierro de unas minas cercanas que ya no son explotadas, pero cuyo fruto aún aflora al mar tiñendo de rojo sus aguas, aunque nosotros no pudimos observarlo. El puerto y una poco frecuentada playa de arena y graba oscuras se encuentra en la ensenada de Llumeres de la que toman el nombre. La ruina de sus estructuras me encantaron por sus posibilidades compositivas, por lo que aproveché para tirar unas cuantas fotos, poco a poco me iba calentando, a pesar de la nublada luz del día.

El Cabo de Peñas, uno de los más septentrionales de la península, estaba al lado y el sol comenzó a regalarme la luz que tanto deseaba permitiéndome obtener unas bonitas fotos de este inhóspito lugar cuyos vientos daban la sensación de poder salir volando y que golpeaba las olas contra los altos acantilados desde los que se puede disfrutar de unas preciosas vistas de estas abruptas costas coronadas de suaves prados.
Tras unas pocas fotos de esas impresionantes vistas, del edificio del faro y algunos retratos de nosotros mismos, proseguimos hacia el oeste pasando de largo por la industrial e industriosa Avilés.

Huyendo del mundanal ruido fuimos a parar en la pintoresca villa de Cudillero, ya estaba añocheciendo y aprovechamos para dar un paseo por sus paseos y muelles, desde donde intenté algunas fotos con la escasa luz y, ya que aún de noche no pierde su encanto, aprovechamos para cenar en una de las innumerables terrazas, que conforman la base del peculiar anfiteatro que forman sus casas, donde disfrutamos de sus exquisitos productos del mar.


Ya de noche había que encontrar algún bonito lugar donde amanecer al día siguiente. Esto en si, ya constituye toda una aventura, ya que en ocasiones como esta tienes que encontrar, de noche, un sitio con ciertas comodidades, descendiendo por pendientes oscuras como la boca del lobo por la vegetación que con la falta de orientación visual se convierten en interminables descensos que no siempre son fructuosos y hay que dar la vuelta y seguir buscando, pero al fin consigues descubrir una playa en la que dormir viendo el mar desde la cama, arruyado por el rumor de la mar y donde puedas disfrutar de lugares y momentos mágicos en la noche y alucinantes al contemplarlos por la mañana.


Así dimos, supongo, con la Playa de Cadavedo después de algo más de 20Km de Cudillero, a medio camino de Luarca. Gracias a las fotos recuerdo que aparcamos como siempre con la cabecera al norte junto a la barandilla que asoma a la playa en un amplio aparcamiento en el que nos habían reservado el mejor sitio. Tan solo quedaba darse un plácido paseo por la playa mientras se llenaba el colchón de aire antes de poder acostarnos, ya que durante el día, la facilidad de instalar la cama me permite llevar la furgoneta como un turismo. El caso es que el día 16 de agosto amanecimos en esta estupenda playa en la que disfrutar del entorno mientras desayunamos y desde la que, tras pegarnos un baño y una duchita, proseguimos camino hacia el oeste.

Cerca se hallaba Luarca, importante población asturiana que, ya al verla desde arriba, me hizo detenerme para sacar unas panorámicas de esta bonita villa marinera, "La Villa Blanca de la Costa Verde", con su colorido e histórico puerto, en la que paramos para pasear por sus muelles y calles junto al río truchero y salmonero que la recorre hacia el mar, el rio Negro, y disfrutar de alguna de sus numerosas terrazas con una cerveza fría  en una de las cuales creo que aprovechamos para comer ese soleado día.

Proseguimos viaje, siempre por la antigua nacional, atravesando pueblos con la contínua tentación de desviarte a la derecha a ver que playa esconden, no habíamos hecho demasiados kilómetros cuando nada más pasar el puente sobre el Navia, en Navia, y prosiguiendo por la N-634 al poco apareció un indicador hacia un cercano castro, el Castro de Mohías, me encantan los yacimientos arqueológicos y a lo largo de este viaje tuvimos ocasión de visitar unos pocos ejemplos de los que abundan en nuestro noroeste penínsular, en concreto éste es uno de los muchos que se concentran en esta zona, principalmente a lo largo del rio Navia, como el de Coaña, aunque en el castro de Mohías se han realizado muy pocas excavaciones, por lo que está poco maquillado, pero en el que pudimos recorrer sus increíblemente angostas y antiguas calles, imaginando ese espacio en aquel tiempo.

De nuevo el mono de playa debió ser el causante de que nos desviáramos al poco de dejar el castro, para visitar brevemente la Playa de Permenande, una playa de gran belleza; aunque pedregosa. Un pequeño tómbolo la une por su margen derecho al islote El Rego, a cuya cima se puede llegar por un sendero, dejando una pequeña calita al otro lado del istmo. Nosotros nos limitamos a tomar unas fotos y algo en el bar contemplando el paisaje.


Siempre por la N-634, a pocos kilómetros estaba Ribadeo, primera población de Galicia, esa noche dormiríamos ya en tierras gallegas, pero primero hicimos una parada en Ribadeo, para cenar y pensar donde pasaríamos la noche, cerca estaba la playa de Las Catedrales y no queríamos pasar de largo. Coincidimos con las fiestas de San Roque, co-patrono de Ribadeo, y como puede apreciarse en las fotos con las obras de desdoblamiento del antiguo puente sobre el rio Eo para incorporar la Autovía del Cantábrico y que fue inaugurado en octubre del 2008.


La verdad es que esa noche no tengo ni idea de donde dormiríamos apesar de que suelo realizar una instantánea al menos de cada sitio en el que pernoctamos, pero en este caso las primeras fotos del día siguiente, el 17 de agosto, corresponden a la Playa de Las Catedrales, por lo que deduzco que lo hicimos en unos aparcamientos cercanos que estaban al borde de los acantilados que contornean esta costa.




El caso es que tuvimos que esperar a que la marea comenzase a bajar para poder acceder a la playa que como es habitual en estos meses estaba abarrotaa, pero no de bañistas, sino de turistas admirando los farallones como si de una auténtica catedral se tratara, lo cierto es que entre el paseo, la contemplación, investigar en las capillas que forman ciertas cavidades y espacios aledaños, y sacar unas cuantas fotografías se te pasa el tiempo hasta el punto de tener que dar la vuelta antes de llegar al final del conjunto megalítico, advertidos por los responsables de nuestra seguridad, que vigilan el avance de la marea y cuidan de que nadie se quede atrás, disfrutando de ver como se iba inundando todo de nuevo y así, casi sin darnos cuenta, habíamos consumido gran parte del día entre esta maravillosa obra maestra de la naturaleza que constituye la praia de As Catedrais.

Al poco de haber pasado Foz y siguiendo siempre por la antigua carretera nacional o por las comarcales costeras, llegamos a un nuevo castro, en esta ocasión asomado al Cantábrico, pequeño pero bien cuidado descubrimos el Castro de Fazouro, se trata de un asentamiento costero que pertenece a los llamados castros marítimos del noroeste, en el que vimos atardecer y tuvimos que decidir hacia donde dirigir nuestros pasos en busca de alguna playa donde pasar la noche.

No tengo idea de como, seguramente tras intentarlo en numerosas playas oscuras con difíciles accesos y tener que desestimar pintorescos destinos, pasamos de Lugo a A Coruña, y del Cantábrico al Atlántico, ya que nada más rebasada la Punta de la Estaca de Bares, recalamos en la Praia de Fornos, en Figueiroa, cerca de Cariño, frente a las costas de Ortigueira, no sé como acabamos aquí, pero es aquí donde amanecimos la mañana del 18 de agosto, al fondo de la foto puede verse la Estaca de Bares.



Este fué un día raro, prácticamente no paramos en ningún sitio, pasamos por Pontedeume, nada más sobrepasado El Ferrol, paramos por la tarde ya en A Coruña, donde dimos un pequeño paseo, y fuimos a parar en Sardiñeiro, donde pernoctamos, tras haber pasado de largo por toda la costa más noroccidental.



En Sardiñeiro, muy cerca de Fisterra, es donde amanecimos pues el día 19 de agosto, siempre buscamos lugares tranquilos, y este es un pueblo tranquilo, estacioné el coche junto a un parque colindante a la playa, donde al despertar pudimos gozar de una playa para nosotros solos y una multitud de gaviotas que centraron la atención de mis fotos, tan solo una chica con neopreno y una sacadera se metió en la mar para salir con un par de buenos pescados. Un bonito lugar que hemos vuelto a visitar otro año.




Según nos desperezábamos, se desperezó el sol que nos acompaño durante todo el día, de aquí partimos ya dirección sur por toda la costa de las Rías Baixas, bordeando cada una de ellas, contemplando nuestro recorrido desde la margen opuesta, jugando a identificar los lugares por donde habíamos pasado e imaginar los que nos esperaban al otro lado.

Así desde la misma carretera en Gures, fotografíé el cabo de Fisterra, dejado atrás y que en otra ocasión volveríamos para dedicar una visita, paramos a comer cerca, ya que en la próxima y preciosa praia de Carnota nos detuvimos a reposar la que recuerdo copiosa comida de aquel día, a disfrutar del sol y la brisa. Bordeada por la cercana carretera, de muy fácil acceso e increibles vistas, me hizo no pensarlo dos veces, había poca gente, al fondo estaban volando cometas y entre otras fotos una última mirada a Fisterra antes de perderle de vista al adentrarnos en la ría de Muros e Noia.


Así me sorprendió la bonita imagen del Monte Louro con su laguna en primer término, paré en el arcén y pude sacarle una bonita foto, presente en casi todas las que realicé dentro de la Ría de Muros e Noia, donde encontramos numerosas y bonitas praias e rincones; así como las primeras bateas para el cultivo del mejillón, hasta detenernos al atardecer en Porto do Son donde, junto a su Iglesia de San Vicente de Noal, saqué algunos arriesgados contraluces todavía con el Monte Louro al fondo, última parada en esta ría, antes de entrar en la famosa Ría de Arousa.


Ya dentro de la Ría de Arousa, en Corrubedo, donde como casi siempre fuimos a visitar su puerto, donde tuvimos la suerte de coincidir con unas fiestas en honor a no sé quién, que nos deparó un bonito momento, ya que pudimos disfrutar de la hospitalidad de sus vecinos que nos invitaron a comer unas deliciosas sardinas asadas en el mismo puerto pesquero. Yolanda estaba encantada, tenía antojo de sardinas y había para repetir cuanto quisiéramos, ya que los propios vecinos nos invitaban a ello constantemente ante la escasa gente y la abundante sardinada, lo que aprovechó Yolanda para ponerse como el Kiko, tenía ganas de sardinas y se hartó, ya los últimos viajes daba cuenta de la suya y la mía.



Para ver todas las entradas de este viaje sigue este enlace: Viaje N.O. Península 2007

Viaje a la Nieve con David


David me había pedido ir a la nieve este invierno, nunca había estado en un lugar nevado y se lo tenía prometido, yo hacía años que no visitaba un paisaje nevado y tenía ganas de ir a una región extensa cubierta de nieve. Aprovechando las intensas nevadas acontecidas en el norte peninsular durante la semana anterior, me preparé con los recursos suficientes como para poder sobrevivir ante cualquier eventualidad, ropa, sacos de montaña, comida y bebida, así como cadenas para la nieve; por suerte tuvimos todo a favor y más aún, todo pareció favorecer nuestros deseos.

Aprovechando las fiestas escolares de Carnaval, pudimos escaparnos durante cuatro maravillosos días.
Salimos el sábado alrededor del mediodía  tomé dirección a Cantábria para utilizar la casa de mis padres en Ontoria como campamento base y poder movernos hacia Reinosa y Alto Campoo o cualquier otro paso montañoso entre Cantábria y Castilla y León, de hecho el Puerto de Palombera, estuvo cerrado todos los días. Aunque comenzamos a ver la cordillera nevada desde poco después de salir de casa, fue llegando a Aguilar de Campoo cuando empezamos a encontrar los primeros neveros y poco después, justo en los límites de ambas comunidades autónomas, en Villanueva de Henares, dejamos la autovía para comernos un bocata y primero y primordial que David pudiese darse el gustazo de meterse en la nieve hasta las rodillas.

El día estaba soleado, y la experiencia sobra decirlo fué alucinante, David flipaba con todo, el sonido de las pisadas, sus primeras grandes bolas de nieve, sus primeras revolcadas en ella... y yo sobre todo con lo que estaba disfrutando él. Tras una larga parada, y después de cambiarse de botas, calcetines y pantalones, proseguimos hacia la cercana Reinosa con alguna parada fotográfica. Llegamos para comprobar los accesos  a Alto Campoo y el paso de Palombera, este último cerrado, y ante la cercanía del atardecer decidimos pasar el rato en el parque donde se encuentra el nacimiento del río Ebro, el lugar estaba mágico, nos dimos una vuelta y al caer la noche proseguimos el camino hacía Ontoria, instalarnos, y secar todo para que estuviese disponible al día siguiente.


Ermita de San Frutos de Duratón

SEGOVIA

SAN FRUTOS DE DURATÓN

Declarada Monumento Histórico Artístico, la iglesia o "ermita" de San Frutos de Duratón es una construcción románica de siglo XII que se realizó sobre otra visigótica del siglo VII. La fundación se atribuye a San Frutos y sus dos hermanos, San Valentín y Santa Engracia, que eligieron el lugar para dedicarse a la vida contemplativa. Posteriormente se completó el complejo con un monasterio y un cementerio.

El conjunto monacal se sitúa sobre uno de los meandros que forman las hoces del río Dutatón en el mismo corazón del parque de las Hoces del río Duratón, en el noreste de Segovia, aguas abajo de la villa de Sepúlveda.

Las cuevas y roquedos del río Duratón tienen una larga tradición de asentamientos eremíticos, que nacen en época visigoda, extendiéndose al siglo VIII, en vida de San Frutos y sus hermanos.



San Frutos nació en Segovia en el año 642, en el seno de una familia visigoda acomodada que tuvo otros dos hijos, Valentín y Engracia. Cuando murieron sus padres siendo todavía joven y junto a sus dos hermanos, deciden vender sus bienes y los dan a los pobres retirándose a este lugar para vivir humildemente. Los tres hermanos vivieron durante ese periodo en sendas cuevas, Frutos en el lugar donde ahora se levanta la Ermita, su hermana Engracia en una cueva a la derecha de la peña, y su hermano Valentín en otra cueva a 2 Km. río arriba a la derecha. Cuando San Frutos murió en el año 715 a la edad de 73 años, sus hermanos  se marcharon a Caballar, donde fueron martirizados y decapitados por los musulmanes. Sus cráneos todavía se conservan en un relicario de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. En ciertos periodos de sequía el sacerdote sumerge las cabezas en la llamada Fuente Santa para que empiece a llover. A este ritual se le llama de las mojadas.

La zona, después de invadida por Almanzor en 984, es nuevamente reconquistada en 1011 y hacia 1073 los benedictinos sucedieron a los ermitaños en estos riscos, ellos levantaron la actual iglesia en honor de San Frutos y el monasterio anejo. La iglesia se comenzó a construir en el año 1093 y fue consagrada en el año 1100, como reza una inscripción de la nave. La presencia de los monjes benedictinos se mantuvo hasta que se vieron obligados a abandonar las instalaciones debido a la desamortización de Mendizábal en 1834. El abandono y un incendio ocurrido en el siglo XIX acabaron llevando a la ruina al monumento. En junio de 1931 fue calificado como Monumento Nacional.

Para acceder a la ermita de San Frutos, hay que llegar a Villaseca, y desviarse por una pista en buen estado hasta un amplio aparcamiento. Desde allí hay que encaminarse en dirección al espolón rocoso, rodeado de precipicios, sobre el que se alza la ermita de San Frutos. Tras cruzar por un puente de piedra, construido en 1757, salvando una profunda grieta, llamada La Cuchillada de San Frutos, según la tradición abierta por el santo con su bastón para proteger a los vecinos de Sepúlveda perseguidos por los sarracenos, se asciende al antiguo cenobio benedictino.


En la entrada nos recibe una enorme cruz de hierro, recuerdo de la gran peregrinación a este lugar propiciada por el obispo segoviano Quesada en 1900, está forjada sobre un pedestal de piedra con siete llaves grabadas que corresponden a las siete puertas de Sepúlveda. El siete se considera un número mágico y vuelve a aparecer en el nombre de la cueva de los Siete Altares, muy cerca de allí.

Junto a la puerta de entrada se encuentra la necrópolis, al lado del ábside de la iglesia como era costumbre en la Edad Media. Las tumbas están talladas en piedra y son antropomorfas. Se cubrían con lajas de piedra y están orientadas al este para que la cabeza del difunto mirase hacia la salida del sol.




En el interior, a la izquierda se encontraban las habitaciones de los hermanos. A continuación unos escalones permitían subir al atrio de la iglesia. Al final se encontraban el gallinero, el pajar y las caballerizas, junto al muro que cerraba el priorato. Al lado de la puerta que se abría al castro y al cementerio estaba el horno.

Frente a la puerta principal de la iglesia se encontraban varias estancias que se utilizaban como alcobas y despensa. Encima de la bodega, en el ala norte, había un balcón que permitía acceder al atrio.


La iglesia o "ermita" de San Frutos de Duratón que hoy contemplamos es el resultado de esa campaña constructiva primitiva, a la que se añadieron posteriormente dos ábsides laterales, se sustituyó el central, se abrió una puerta a los pies, y se alzó una galería de la que sólo quedan restos; todo ello a finales del XII.

Su fábrica es completamente de sillería, consta de una sola nave de 8 metros de ancho con dobles arquerías ciegas a sus lados que se levantan sobre pequeñas columnas y se cubre por una bóveda de cañón en tres tramos reforzado por tres arcos fajones sobre pilastras prismáticas y arco de triunfo rebajado, al fondo de la nave está el ábside.


La sobriedad de este templo no ofrece demasiadas concesiones estéticas al visitante. Pero su valor es incuestionable al tratarse de una de las construcciones románicas más antiguas del sur de Castilla, y en un paraje incomparable.


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FOTOGRAFÍAS
  












  





















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